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“Un resbalón no es caída
sabiéndose sujetar,
la tierra quedó bruñida
y me volví a levantar.

El que tiene pensamiento,
cuando se acuesta a su cama,
por muy dormido que esté
el pensamiento le llama.

De qué le vale a su madre
cerrar puertas y ventanas
y no le cierran los ojos
que son la llave de su alma.

De la pepa de café
sólo se saca la esencia,
la madre que tiene hija
debe sufrir con paciencia.

No me toques esa rama
no me tientes esa flor
porque yo dependo de ella
y me causa gran dolor.

Yo soy como la campana
que ando por las orillas
cuando encuentro a un conversón
el cuerpo me hace cosquillas.

Estos versos que yo digo
a mí nadie me los enseña
yo solita los aprendo
cuando voy a subir la leña

No soy la que al sol salía,
ya ese tiempo se acabó,
llámeme flor del invierno
que un verano me secó”.